El médico griego del siglo I, Dioscórides, registró su utilidad como remedio para los do-lores de muelas, picaduras de escorpión y mordeduras de perro, así como para estimular la menstruación y mejorar la gota.
Una de las primeras descripciones apareció en Historia Plantarum del filósofo y botánico griego Teofrasto de Eresus (372-287 a. C.).
También se detectaron restos de toronjil (nombre por el que se le conoce también) en un nido de roedores dentro de una estatua de bronce hueca de un atleta campeón de origen griego excavada en el norte del mar Adriático, probablemente, el cargamento de un barco romano.
En el siglo X, esta hierba fue introducida en España por los moros ocupantes, y más tarde llevada a Europa central por los monjes benedictinos.
En su libro Physica, escrito entre 1151 y 1158, la abadesa benedictina Hildegard von Bingen describió sus usos medicinales.
Sus usos abarcan desde alimentos, bebidas, medicina, cosméticos, hasta su uso en arte-sanías. Es originaria del sur de Europa, aunque se ha naturalizado en todo el mundo.
Su conocimiento se remonta al 300 a.C., cuando fue utilizada con fines medicinales por los antiguos griegos y romanos.
El médico griego del siglo I, Dioscórides, registró su utilidad como remedio para los do-lores de muelas, picaduras de escorpión y mordeduras de perro, así como para estimular la menstruación y mejorar la gota.
Una de las primeras descripciones apareció en Historia Plantarum del filósofo y botánico griego Teofrasto de Eresus (372-287 a. C.).
También se detectaron restos de toronjil (nombre por el que se le conoce también) en un nido de roedores dentro de una estatua de bronce hueca de un atleta campeón de origen griego excavada en el norte del mar Adriático, probablemente, el cargamento de un barco romano.
En el siglo X, esta hierba fue introducida en España por los moros ocupantes, y más tar-de llevada a Europa central por los monjes benedictinos.
En su libro Physica, escrito entre 1151 y 1158, la abadesa benedictina Hildegard von Bingen describió sus usos medicinales.
Se cree que la idea original del “Agua de Carmelita” se remonta alrededor del año 1200, cuando los cristianos ermitaños, que comenzaron a vivir en cuevas en el Monte Carmelo después de que los cruzados recuperaran Haifa, se dieron cuenta por primera vez de sus propiedades terapéuticas.
Paracelso, médico y alquimista suizo (1493-1541) la recomendaba como una hierba que debía usarse para “todas las dolencias que se supone proceden de un estado desordenado del sistema nervioso”.
En el siglo XVI, el bálsamo de limón se cultivaba en varios países europeos. En el botánico y médico Leonhart Fuchs (1501-1566) escribió su New Kreüterbuch a ba-se de hierbas, de 1543, que “Melissen” y “Honigblum” eran los nombres tradicionales utilizados debido al especial amor y deseo de la abeja melífera por las flores de melisa para hacer miel.
En Francia, por ejemplo, su cultivo comenzó alrededor de 1611 en los jardines de los monasterios, donde los Carmelitas Descalzos de París desarrollaron un pro-ceso para destilar agua de toronjil, y el Eau de Carmélite se convirtió en un reme-dio popular para tratar el dolor de mue-las, el desmayo y la ansiedad.
La cima de su popularidad puede haberla alcanzado en el siglo XVII, cuando un grupo de monjas carmelitas francesas prepa-ró una mezcla a base de alcohol de bálsamo de limón, de hierba angélica y va-rias especias.
Esta agua carmelita se convirtió en un re-medio buscado para dolores de cabeza, indigestión, insomnio y dolor de nervios, así como uno de los primeros perfumes conocidos a base de alcohol.
El nombre del género Melissa se deriva del griego μελισσο (melisso), que significa “abeja”, y se refiere a la fuerte atracción que las abejas tienen hacia la planta. El botánico sueco Carl Linnaeus asignó por primera vez este género en 1737.
Se dice que, durante una fase hostil a la iglesia en la Revolución Francesa (1789-1799), dos monjas carmelitas huyeron de París para refugiarse en un monasterio alemán en Baden-Baden, y trajeron consigo su receta secreta del Eau de Carmélite. continuando esta tradición francesa en Alemania, donde el nombre del elixir cambió a Melissengeist. Sin embargo, el método de preparación solo lo conocían las dos monjas, quienes juraron transmitirlo a un sucesor iniciado solo cuando una de ellas muriera.
Esta planta tiene un gran historial como re-medio para aliviar la ansiedad y levantar el ánimo; y la investigación ha demostrado que tiene propiedades antibacterianas y antivirales, e incluso, en algunas personas, pare-ce inhibir el virus del herpes simple que es el causante del herpes labial.
Históricamente también se ha utilizado para la indigestión, los gases y la hinchazón.
Sus aceites volátiles contienen sustancias antiespasmódicas que pueden reducir las contracciones en los músculos, y general-mente, tienen un efecto calmante y ligeramente sedante que puede ayudar a conci-liar el sueño.
Referencias Bibliográficas:
https://periodismopreventivo.org/balsamo-de-limon/
https://es.wikipedia.org/wiki/Melissa_officinalis
https://www.sciencedirect.com/topics/agricultural-and-biological-sciences/melissa-officinalis
https://www.herbalgram.org/resources/herbalgram/issues/115/table-of-contents/hg115-herbprofile/
https://academics.hamilton.edu/foodforthought/our_research_files/lemon_balm.pdf