Las primeras observaciones de esta enfermedad fueron relatadas por historiadores romanos y griegos. El historiador griego Herodoto (484-425 a.C) planteaba que los cráneos de los egipcios eran más fuertes que el de los persas porque al estar descubiertos se exponían a las radiaciones solares.
Pero esta enfermedad tuvo su mayor incremento entre los años 1612-1620 cuando se extendió repentinamente por toda Inglaterra. Francis Glisson, profesor de la Universidad de Cambridge e integrante de la comisión designada por el Colegio Médico de Inglaterra para el estudio de esta enfermedad, fue el primero en describirla en el año 1650. Glisson, y luego Leonard Findlay (médico y pediatra), plantearon que este padecimiento estaba asociado a la pobreza y falta de higiene.
Muchos fueron los experimentos que se acontecieron en búsqueda de una solución a este padecimiento, pero no fue hasta 1918 que Edward Mellanby, médico y profesor de farmacología en Inglaterra, que basándose en observaciones de estudios anteriores, descubre la causa de esta enfermedad.
Mellanby estaba muy preocupado por la alta incidencia de raquitismo en el Reino Unido, especialmente en Escocia (de hecho, la enfermedad se conoció como “la enfermedad inglesa”). Siguiendo la teoría de McCollum, pensó que el raquitismo podría ser causado por una deficiencia dietética.
Para su investigación utilizó, muy hábilmente, la dieta consumida por el pueblo escocés (que sufría la mayor cantidad de casos), alimentando a los perros con harina de avena principalmente y manteniéndolos alejados de la luz solar. De esta manera les inducia raquitismo para luego curarlos con aceite de hígado de bacalao. Con estos resultados asumió que era posible que la vitamina A (descubierta por McCollum en 1913) fuera la responsable de la prevención y cura del raquitismo.
El descubrimiento de Mellanby evitó una catástrofe de mortalidad y de raquitismo en niños.
Cuatro años más tarde en 1922, McCollum y sus colaboradores lograron, en sus experimentos, destruir la vitamina A presente en el aceite de hígado de bacalao, observando que el aceite conservaba su capacidad de depositar el calcio en el cartílago de las ratas, o sea, el efecto anti raquitismo no desaparecía del aceite.
Este hallazgo reveló que existía un segundo factor liposoluble esencial para la calcificación de los huesos y que no era la vitamina A. Entonces denominó a esta nueva sustancia soluble en grasa “Vitamina D”, por ser la cuarta vitamina en ser descubierta.
A raíz de esta revelación McCollum comenzó una campaña de salud pública para compartir lo que él llamó “el nuevo conocimiento de la nutrición”. Les decía a los estadounidenses que estaban comiendo mucha carne y demasiada azúcar, y que todo el mundo se beneficiaría si retornaban a la comida sencilla y saludable. Describió la dieta ideal como “lacto-vegetarianismo”, con abundante hojas verdes y hasta un cuarto de leche al día. Incluso escribió un libro para las amas de casa en el que proponía recetas de comidas para un año entero, con ejemplos de cómo una comida estándar podría ser elaborada de manera más sana.
Hoy en día sabemos que aquellas personas con poca exposición a la luz solar deberían suplementar su dieta con un aporte extra de vitamina D3.
Bibliografia:
a) Catálogo Técnico Lamberts Española S.L.
b) Manual de Nutrición Celular. Dr. José Colastra ND.
c) Vitamine-vitamin. The early years of discovery.Clinical Chemistry. htpp://clinchem.aaccjnls.org/content/43/4/680
d) LAMBERTS® The Practitioner’s Guide to Supplements.Reader’s Digest Guide to Vitamins, Minerals and Supplements 2005.
e) Asociación colombiana de Reumatología. Vol 12. No 1. 2005
f) History of the discovery of vitamin D and its active metabolites.