Es imposible hablar de la Vitamina C sin referirnos a la enfermedad del escorbuto. Aunque ya había sido mencionada por Hipócrates alrededor del año 400 A.C, no es hasta finales del siglo XV, a raíz de los grandes viajes trasatlánticos y tras el descubrimiento del nuevo mundo, cuando aparece esta desconocida y temida enfermedad que afectaba a la tripulación de los barcos.
En 1536 el famoso navegante francés Jacques Cartier, mientras exploraba un rio en África, practicó los conocimientos de los nativos para salvar la vida de sus hombres que morían de escorbuto. Para ello hirvió las hojas de un árbol llamado annedda haciendo una infusión.
En 1747, el cirujano James Lind, médico de la Armada Real Británica, da la primera base científica para la causa de esta enfermedad. Estando en el mar, 12 marineros cayeron enfermos. Lind, les proporciono dietas diferentes separándolos en grupos de dos. A los 2 hombres que le suministro porciones de naranjas y un limones diariamente, evolucionaron favorablemente en sólo 6 días. Este acontecimiento se considero en la historia de la ciencia como el primer experimento clínico controlado.
Aunque en ese momento no se reconoció el escorbuto como una enfermedad carencial, al menos se supo que, introduciendo en la dieta el limón y la naranja, se podía curar y prevenir.
De 1928 a 1933, los científicos de un equipo húngaro Joseph L. Siverbely, Albert Szent-Gyiorgy (ganador de un premio nobel) y Charles Glen King, aislaron la vitamina C, y en 1933, los químicos británicos Walter Norman Haworth, Edmund Hirst y Tadeus Reichstein (el químico polaco) sintetizaron la vitamina C. Haworth ganó el premio Nobel de Química en 1937.
La Vitamina C, también conocida como ácido ascórbico, está implicada en, al menos, 300 procesos bioquímicos del organismo. Es necesario ingerirla diariamente, ya que su potencia puede perderse como consecuencia de la actividad de las enzimas oxidativas. A diferencia de la mayoría de mamíferos, los humanos no pueden sintetizar su propia vitamina C, por lo tanto, debemos obtenerla a través de la dieta. Nuestro requerimiento diario de vitamina C es mayor que el de cualquier otra vitamina hidrosoluble.